Bueno, en realidad hay muchos tonos de verde en el aprendizaje, marrones, algún que otro azul, amarillos, rojos…
¡será mejor no excluir ninguno!
En cierto modo tampoco deberíamos, pues si algo nos queda claro es que nuestro contexto, y más concretamente, nuestro contexto natural es ante todo, un espacio lleno de información con la que poder generar conocimiento.
A raíz de la situación que estamos viviendo en la actualidad, hemos experimentado un cambio en nuestra forma de enseñar, y por ende, también de aprender. Este virus global nos enseñó a ver de otra manera lo que tenemos cerca, y estos espacios poco a poco fueron introduciéndose en nuestras vidas como grandes centros de aprendizaje en los que situarnos con un objetivo claro: abrirlos a nuestro alumnado y en la medida de lo posible, volver al calor del aula con alguna historia que contar.
Siempre hemos tenido presente la importancia del contacto con la naturaleza como algo significativo en el desarrollo, ya no solo por ser beneficioso en términos de salud, sino porque tomar conciencia del mismo supone aprender a conocer el mundo que nos rodea, nos hace más conscientes, y por tanto, más libres a la hora de conducir nuestras acciones. Nos hace ser más autónomos/as.
¿Cómo empezamos?
En nuestro caso quisimos combinar algunos contenidos con las experiencias que el medio nos puede ofrecer. Desde la tranquilidad y el descubrimiento personal comenzamos a hilvanar procesos de aprendizaje conectando diferentes áreas a través del juego y de actividades con un sentido claro. Desde recogida de frutas para un aperitivo a media mañana hasta juegos al aire libre con mapas sensoriales que nos abren los sentidos y nos ayuda a ubicar muchos de los elementos que forman parte del entorno.
¿Qué hemos constatado?
Que las experiencias son mucho más significativas cuando conllevan descubrimiento. Los contenidos se van construyendo en función de lo que el alumnado identifica en el entorno, siempre desde una perspectiva lúdica y sin expectativas prefijadas.
¿Cómo lo vinculamos con el trabajo de aula?
Desde la observación y como no, desde la comunicación. Un paseo puede ser la excusa perfecta para conocer de primera mano intereses, conocimientos previos y también, una oportunidad para generar procesos de aprendizaje. Solo es cuestión de observar y escuchar. 🙂
¿Qué no debemos olvidar?
Además de tener en cuenta el diseño de materiales adaptados a las diferentes capacidades que respondan a una planificación previa, no debemos olvidar lo enriquecedor de la espontaneidad del proceso. Situando el foco en el descubrimiento hallaremos un gran aliado en el diseño de las actividades. Pero sobre todo, no perderemos de vista disfrutar de ese tiempo junto a vuestro alumnado.
ALGUNAS REFERENCIAS:
Heike Freire .»Educar en verde. Ideas para acercar a niños y niñas a la naturaleza».
Heike Freire. «Estate quieto y atiende».
Joseph Cornell. «Compartir la naturaleza»